jueves, 14 de octubre de 2010

MIS HOMBRES

  

 Tengo muchos hombres en mi vida, y esta noche me apetece hablar de ellos. No tengo hermanos,  he estudiado en un colegio de monjas,  asi que mi relación con ellos ha sido tardía. Amigos, amigos, lo que se dice amigos, llegaron en la facultad, y a día de hoy, puedo decir que tengo muy buenos amigos, algunos los veo más que a otros, pero todos están presentes en mi día. Hoy sin ir más lejos, V. y A. me han dado los buenos días y me han puesto al corriente de sus fines de semana-puente, con ellos hablo a diario. Con V. me río un montón, aprendo muchas cosas aunque él lo dude. A A., la timidez le puede, aunque no le impide mostrarme su mejor yo.

   Luego está P.,  la voz de la experiencia, con frases tan geniales como: "mi hijo me ha enseñado dos frases en inglés que me sirven para todo: "I don´t speek english" y "Oh my God, I can´t believe it", no se si ha sido la pronunciación o la explicación de la segunda frase, la que me ha producido un ataque de risa. Está S., ya no comemos juntos, ha vuelto a su/mi ciudad de origen, pero seguimos teniendo nuestras charlitas y nuestras preguntas sin respuestas.  P. me gusta por haberme hecho participe de su universo soñador,  darme un par de alas y un hueco en su web. A C. le veo poco, (nos debemos una comida) aunque como buen mafioso está vigilante y es un diamante que brillaría más si estuviese en Argentina.  JL. me gusta también, por los pecados de la carne y sus silencios.

   De los más importantes, JS, el que me dió de la vida, el que sigue buscando la forma de acercarse a unas hijas sin madre. Y K, mi panadero, el mejor para la mejor.  Y V. la experiencia hecha un grado y la falta de vergüenza para llamar a las cosas por su nombre. Y L. y su melancolía italiana. Y T. con su chulería madrileña. Por no hablar de R. con su verborrea policial. M. el que quería trabajar en la trabajadería y M.A. con su tranquilidad a prueba de bomba, JL. el que mejor combina la ropa y B. el más cariñoso, mi ahijado.

   Muchos, muchos hombres tengo en mi vida y no los quiero perder. Va por ellos, esta historia de la que son protagonistas en abstracto.

UN PAR DE NARICES

   He conocido muchos hombres. No ha sido tarea fácil. Les he dedicado tiempo y energía... era mi trabajo. Nunca imaginé que acabaría haciéndolo. Los comienzos fueros duros: me faltaban tablas, no conocía el universo masculino en su totalidad y me implicaba demasiado con los clientes. Aprendí de manera paulatina, mis maestras me guiaron durante los meses del adiestramiento, enseñándome las técnicas necesarias para satisfacerlos. Recordándolo sonrío. Lo más difícil, siempre fue conseguir que el cliente exudara voluntariamente, es decir, sin necesidad de mi intervención; en mi larga carrera sólo lo ví en dos ocasiones.

  El procedimiento no era igual para todos, se establecían a priorí unos parámetros en los que ambos pudiéramos movernos con naturalidad, de modo que la materia prima obtenida fuera de la mejor calidad. Les sometía, desde la primera cita, a un imperceptible cuestionario para conocer mejor sus preferencias y así facilitarme el trabajo, con el tiempo conseguí óptimos resultados en apenas unos minutos. Me tomaba muy en serio mi trabajo. Siempre me tacharon de perfeccionista. Y es que... mi trabajo me gustaba.

  A mis sesenta años, puedo presumir de tener la mejor colección de aromas masculinos, referente mundial en la elaboración de la gran mayoría de perfumes y aguas de colonia. Mi labor y el de todas mis compañeras durante todos estos años, catalogando el aroma de los hombres, jamás ha sido reconocido por la sociedad, desconocedora de nuestro trabajo de campo, riguroso y serio acerca del universo olfativo masculino.






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