martes, 6 de marzo de 2018

DIEZ GRADOS




El olor se hacía insoportable, llevaba horas con la careta puesta. El peto mantenía sus senos apretados, el tórax a cubierto y el sonido del corazón amortiguado. La posición exigía de una concentración continúa y sus pies, algo anárquicos, sólo la lograban después de horas de asalto.


Durante su formación la habían entrenado para ese escenario, le habían explicado cuales debían ser las zonas a evitar y los puntos  que debía proteger. Y por supuesto las líneas de ataque, las que provocaban heridas leves y las otras.

En las manos unos guantes para evitar que el sudor tomase las riendas. Y en la prolongación de su muñeca derecha la espada, para más señas una ropera. Todo estaba listo, el juego de rol comenzaba.


© Historias de Eva, S.L.
Maira Gall